Ryuichi  Yahagi

 

QUEREMOS PAZ -el anhelo y las representaciones- / Carmen Díaz Rivera

diciembre de 2017

A partir de un símbolo de gran importancia en diversas culturas orientales, el artista llama la atención, de manera singular, hacia una realidad adversa, indeseable y peligrosa que padecemos actualmente en todo el mundo.

La grulla es un ave de singular belleza a la que se le ha conferido una serie de buenas connotaciones tales como esperanza, fortaleza y lealtad. En Japón existe la creencia popular de que si una persona reúne un conjunto de mil grullas de origami puede cumplir su deseo más preciado. La idea tiene su origen en la historia de Sadako, una niña japonesa víctima de la catástrofe en Hiroshima a consecuencia del bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. El caso de Sadako, que se inmortalizó mediante la literatura, nos recuerda lo inconmensurablemente perniciosa que puede ser la acción del hombre en perjuicio de sus semejantes. 

Ryuichi Yahagui retoma la esencia del valor cultural que representa el senbazuru (conjunto de mil gruyas), pero enriquece el significado con nuevas aportaciones: el artista ideó una acción lúdica bien estructurada en la que participaron aproximadamente cinco mil niños de escuelas primarias, quienes elaboraron una gran cantidad de grullas de origami. 

La instalación está conformada por miles de piezas realizadas principalmente por ellos. Cada niño dibujó y escribió en su grulla un deseo o idea respecto al concepto de paz. Y si bien es cierto que dicho anhelo es universal, las formas propiciatorias son culturales y, por tanto diversas. En México existe la creencia popular de que la Virgen en cualquiera de sus advocaciones puede cumplir los deseos más difíciles…  cuestión de símbolos.

Aquí la intervención del enorme grupo de participantes simboliza un deseo colectivo: que se cumpla el derecho a vivir en paz; simboliza también el propósito de generar procesos materiales, intelectuales y espirituales para lograr un futuro promisorio.